Elecciones en Chile: la fractura que nadie quiso ver

La era está enterrando un corazón
no puede más se muere de dolor…

de dolor, de esperar, de pesadillas que desgarran el presente y que algunos se niegan a abandonar, de pesadillas de derecha, de pesadillas de izquierda, de pesadillas colectivas, de pesadillas partidarias, de pesadillas ideológicas, de pesadillas personales, de un tiempo que avanza y una sociedad que se niega a avanzar.

Chile, la tumba del neoliberalismo, de la injusticia, el renacer de la justicia social, ayer enterró, aunque sea por un tiempo (siempre hay un viso de esperanza, si no, no viviríamos, pienso ante la muerte), un sueño, un palpitar de la juventud frente a un nuevo camino.

Los de abajo soñaron, los viejos temblaron, las viejas estructuras se sacudieron el polvo y combatieron el sueño, el sueño se paralizó, el pasado lo absorbió, el partido está presente, uno u otro, el poder está presente, uno u otro, las expectativas están presentes, una más otra.

Era el tiempo de gobernar y no de soñar, y yo amo el sueño, temo al poder. Sin experiencia, un joven se levantó como esperanza, no solamente para su pueblo, para los jóvenes del mundo, para los que sufren en sus cuerpos y almas la injusticia, para los viejos que vemos nuestros sueños resurgir; pero de sueños no se gobierna, de promesas no se gobierna, la realidad exige se gobierne.

Ayer, los mayores de 60 votaron mayoritariamente en Chile por una candidata del partido comunista, ambos caminando hacia la muerte llevando en sus curvadas espaldas el dolor de un pueblo, una ajada ideología, la muerte en su mandato, una dictadura, pero una dictadura es igual a otra, y los sueños en ellas son encarcelados.

Seguridad y libertad, gritan los populistas de uno u otro campo en el mundo mientras cierran los cerrojos; los jóvenes, aquellos que tienen la vida por delante para soñar escogen la extrema derecha, cárcel al pensamiento a cambio de seguridad, los viejos, la extrema izquierda buscando prolongar un sueño del ayer.

Se cerrarán los cerrojos, en uno y otro campo, mientras los viejos caminamos, la espalda curvada, los jóvenes la espalda erguida, ambos caminando hacia el cementerio de los sueños. En una u otra ideología.

En alguna parte de este mundo un corazón nuevamente late, y un nuevo sueño intentará abrir la cárcel que encierra a esta sociedad.

Yo, a los 81 años, camino, la espalda curvada por el dolor de otros, calzado por mis jotas campesinas, mis camisas sin cuello, sin corbata, sin otra marca que una sonrisa en mi rostro al mirar el porvenir.

No el pasado, el porvenir, puesto que en alguna parte del mundo la era está pariendo un corazón.

*Gustavo Gac-Artigas. Poeta, novelista, dramaturgo y hombre de teatro chileno. Miembro de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), del PEN Chile y del PEN América. Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y académico de la Academia Tomitana y de la Academia Universalis Poetarum.

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Elecciones en Chile.
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